Hoy en día dicen que el mal del siglo es el estrés y otros más dicen que es la depresión, sin embargo desde mi punto de vista la raíz de los problemas de este siglo es la negación. La negación de lo que somos, de dónde venimos y de lo que merecemos.
En mi
experiencia en el consultorio, la gran mayoría de mis pacientes han iniciado
con la misma frase “no sé qué me pasa, pero…”, (¿sabías que, el PERO siempre
anula todo lo que hayas dicho antes de él?) así que por consiguiente mi trabajo
es ayudarte a ver aquello a lo que has cerrado tus ojos, lo que estas negando y
te ha hecho daño o provoca daños a los demás.
Generalmente
las personas tendemos a anular o negar lo que nos incomoda, lo que nos molesta
o nos lastima, esto como una forma de defender nuestra mente y nuestra salud
mental, por desgracia muchas veces, si no es que la mayoría, solemos desatar
una serie de síntomas que terminan haciendo todo lo contrario a lo requerido ya
que en realidad no estamos solucionando nada, y la mente en un esfuerzo por
cerrar ese círculo, presenta situaciones que nos fuerzan una y otra vez a
cerrarlo, al menos de manera representativa.
Al
cerrarnos a estas situaciones sólo las estamos limitando a un nivel de
consciencia bajo en el que pueden hacer, literalmente, lo que quieran con
nosotros, como diría Carl Jung “Hasta que lo inconsciente se haga consciente el
subconsciente seguirá dirigiendo tu vida y tú le llamarás destino”.
Al
negar tus problemas niegas tu
responsabilidad sobre ellos y permites que te manejen y dicten tu vida,
entonces por consecuencia ya no eres dueño de tu vida y muchas veces te pones
en manos del mundo, de mamá, de tu pareja, del horóscopo del día, de modas y
muchas cosas más, es ah{i donde empiezas a negar lo que te mereces.
Típico y
seguro lo has escuchado:
- Es que no sé porque siempre me tocan puros novios agresivos.
- Siempre que empiezo un proyecto termina fracasando.
- No puedo estar quiet@ y “no hacer nada”.
- No sé porque siempre me siento tan triste y desdichad@.
¿Qué hay
detrás?
- No merezco amor.
- No merezco el éxito.
- No merezco descansar.
- No merezco ser feliz.
Sólo hasta
el momento en que decides aceptar que hay algo que te está provocando dolor es
que empiezas a elevarlo a la luz consciencia y es posible resolverlo. ¿Es
incómodo?, sí, ¿implica trabajo?, sí, ¿puede ser doloroso?, sí; sin embargo haz
cuentas, es más trabajo para tu mente estar dándole diariamente opciones de
síntomas para que se siga ocultando el problema y finalmente puede durar dos
días, un mes, un año pero nunca será más que una vida incómoda.
Todo esto
es como una piedra en el zapato. Comenzarás diciendo que algo te molesta, muy
en el fondo sabes que es una piedra, es más, hasta es muy posible que sepas
cuándo se metió o porqué, sin embargo como caminaste y de repente la dejaste de
sentir se te hizo fácil seguir con tu día, pero cualquier movimiento en falso,
y ¡pff!, dolor instantáneo, hasta que decides detenerte y sacarla.
La decisión
del dolor es sólo tuya, tu decides cuánto dura y cuánto duele, pero de la misma
manera tú tienes la decisión de ser feliz… ¿Qué esperas? ¿Seguirás negándotelo?
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